¿Subasta o contratación pública?

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¿Subasta o contratación pública?

– ¡No me lo puedo creer! ¿Un 38% de bajada?

– Sí. Y eso que el precio de licitación era el precio de adjudicación del año pasado. Compras no me ha dejado poner más importe.

– Nosotros hemos hecho un gran esfuerzo en ajustar tarifas para mantener el equipo actual, pero ¿un 38%? Imposible. La valoración técnica es bastante mala, pero con ese descuento no hay quien salve la diferencia de puntos de la económica. De todas formas, ¿No es baja temeraria?

– Sí, pero seguro que lo justifican y tendremos que creernos lo que nos cuentan. – Cada vez esto se parece más a una subasta. Me temo que te van a poner becarios y vas tener que lidiar durante todo el año con ellos.

– En el contrato de sistemas ya me pasó lo mismo. Con el agravante de que es de dos años. Estamos constantemente amenazándoles y con penalizaciones, pero no me compensa el esfuerzo ni los disgustos. La productividad es mala y la calidad, ni te cuento.

-¿Y rescindirles el contrato? ¿Os lo habéis planteado? – Uff. Quita, quita… no te imaginas el follón que es eso. Aguantaré lo que me queda e intentaré que el próximo pliego me dejen desde compras poner alguna limitación que me evite estos kamikazes. Que también ¡ya os vale a las privadas!

Esto no es una conversación real. Es una conversación que, en términos muy parecidos, mantengo a menudo con algún cliente de cualquier organismo público, con compañeros de trabajo o incluso con algún otro proveedor de servicios.
Siempre aparecen los mismos mensajes:
  • Compras: suele haber quejas de que no les entienden, que después son los técnicos los que tienen que gestionar el desaguisado y compras felíz porque han conseguido “ahorrar” un 38% a los contribuyentes. incluso después de haber puesto como precio de licitación el de adjudicación del año anterior, que tuvo una bajada considerable. ¿Quién puede argumentar nada si, a pesar de esto, hacen una gran porcentaje de bajada de nuevo?.
  • Los kamikazes: no todo es culpa de la administración. Siempre hay una empresa que por la razón que sea tira los precios y se lleva el concurso. Puede ser porque prefiere colocar a gente que tiene parada a despedirla y los coloca a precio de coste, puede que sea para abrir un nuevo cliente o puede que sea una estrategia de jugar a quemar todo lo que pueda y cuando ya no haya más que hacer, irse a otro organismo a hacer lo mismo. Total, con la ley en la mano, no se puede excluir a nadie por haber ejecutado mal un proyecto previamente.
  • Baja puntuación técnica: cuando la fórmula del precio permite que haya ofertas de mala calidad que superen en puntuación global a las excelentes. ¿Realmente será un ahorro para el contribuyente que una empresa que aporta una solución técnica mediocre o mala, asuma la responsabilidad de ejecutar un contrato? ¿No habrá que arreglar después una ejecución de igual o peor calidad que la oferta?
  • Baja temeraria: ¿realmente sirve para algo esta figura?
  • Resignación: aunque hay mecanismos para no adjudicar definitivamente a un proveedor o para rescindir un contrato por falta de servicio, penalizaciones o incumplimientos, tiene un coste tremendo para la administración. Ya no judiciales, sino por paralizar servicios que pueden ser críticos, por tener que volver a iniciar un proceso de licitación desde cero y el desgaste en tiempo y recursos que esto supone.
  • Subasta: ¿realmente se han convertido en subastas lo que debería ser un concurso público?

Licitaciones públicas

Como sabéis los procesos de contratación pública tienen una parte importante de “subasta” en la que los licitadores ofrecen un precio a la baja en sobre cerrado. Lo entrecomillo porque realmente no es una subasta, ya que el precio no es un valor absoluto sino que se relativiza mediante una fórmula que lo convierte en una puntuación. Por supuesto, el más barato tiene más puntos que nadie. Además, hay que tener en cuenta que también hay una componente de valoración técnica. Ésta se puede tasar también mediante una fórmula, partiendo de unos criterios objetivos, o con una valoración subjetiva sobre la respuesta técnica aportada por el licitador.
La dificultad viene cuando la fórmula que aplica al precio ofertado, hace que el más barato tenga tal puntuación, que sea insalvable por una muy buena puntuación técnica. Se puede dar la paradoja de que una oferta técnica que no cumpla unos mínimos de calidad, pueda ganar un contrato con una bajada desproporcionada.
No es mi intención hacer una crítica sobre la ley de contratos, ni la vigente, ni la que está en tramitación actualmente. Es razonable que se valore tanto la parte técnica, como la económica. Son dos criterios importantes. Todos queremos que los dineros los públicos, y los personales, se gasten buscando un equilibrio Calidad-Precio. La cuestión es ¿me puedo fiar de un adjudicatario con una oferta técnica de mala calidad y que es un 15 o un 20 por ciento más barato que los que tienen una oferta técnica excelente?
Creo que es algo sobre lo que las administraciones deberían reflexionar. Por lo menos, en proyectos TIC, que son los que conozco.
Soy consciente que la administración pública tiene que hacer un esfuerzo en gestionar el dinero de los contribuyentes. Es fundamental, pero también hay que entender que dar un peso muy importante a lo barato, no va a conseguir desmentir el dicho: “Lo barato sale caro“.
Ejemplos de fórmulas de licitaciones
 Las fórmulas aplicables al precio son variadas y es cada organismo el que decide cual poner. como ejemplo de mi argumentación anterior, me gustaría presentaros dos tipos de fórmulas de las que me encuentro habitualmente.
La más agresiva y que tiene un impacto muy fuerte sobre la puntuación es la del Acuerdo Marco 26/2015. Está extraída de una de las invitaciones a concursar en esta modalidad. La fórmula es la siguiente:
Otra fórmula de ejemplo está extraída de un concurso abierto para la Comunidad de Madrid. Esta no es tan agresiva y tiene una impacto menos pronunciado. La fórmula es:
He preparado un pequeño supuesto que permite comparar ambas fórmulas. Para ello he utilizado los mismos parámetros de precio de licitación, número de licitadores y ofertas presentadas. El supuesto es un concurso con Los siguientes datos:
  • Precio de licitación: 100.000 €
  • Número de empresas licitadoras: cinco empresas con los precios indicados más abajo
  • Criterios de licitación:
    • Valoración económica: 51% de los puntos
    • Valoración técnica: 49%
Como se puede observar en las gráficas, con los mismos parámetros económicos, existe una diferencia de puntos importante entre ambas fórmulas.

Puntuación AM-26/2015

Oferta: 97.500 € (2,5% de bajada): 6,38 puntos
Oferta: 95.000 € (5,0% de bajada): 12,75 puntos
Oferta: 92.500 € (7,5% de bajada): 19,13 puntos
Oferta: 90.000 € (10,0% de bajada): 25,50 puntos
Oferta: 80.000 € (20,0% de bajada): 51,00 puntos

Puntuación Com. Madrid

Oferta: 97.500 € (2,5% de bajada): 41,85 puntos
Oferta: 95.000 € (5,0% de bajada): 42,95 puntos
Oferta: 92.500 € (7,5% de bajada): 44,11 puntos
Oferta: 90.000 € (10,0% de bajada): 45,33 puntos
Oferta: 80.000 € (20,0% de bajada): 51,00 puntos
  • En el caso del Acuerdo Marco, si la empresa D tuviera los 49 puntos de la oferta técnica, la empresa E, superando una puntuación de 23,50 puntos, ya tendría el concurso ganado. Con un 10% de diferencia en el precio es capaz de superar un 50% de diferencia en la valoración técnica. con una puntuación de
  •  Si fuera la empresa A, la que tuviera los 49 puntos, D podría ganarla solamente con una puntuación técnica de 4,39 puntos. Una oferta mala, muy mala, se llevaría de calle el concurso.
  • Sin embargo, la de la Comunidad de Madrid permite que las empresas con ofertas deficientes, no les sea tan sencillo ser los adjudicatarios. Será la más barata, pero la calidad tendrá que ser parecida a la del resto. La puntuación técnica que tendría que salvar la empresa A, con respecto a la D, son poco más de nueve puntos.

Conclusión
No he pretendido hacer con esto un estudio científico, ni mucho menos. Sólo quería comparar dos ejemplos de fórmulas empleadas en diferentes administraciones públicas y sus implicaciones. Considero que ahorrar en no es ir de compras al mercadillo de los martes o a la tienda del chino. Tampoco vamos a ir a un delicatessenn a diario. Cuando se pretende comprar muy barato, probablemente el producto o el servicio sea de mala calidad y haya que tomar acciones no deseadas con posterioridad. Como todas las cosas en la vida hay que buscar el equilibrio. Las Administraciones públicas pueden elegir una fórmula que permita tener una relación calidad-precio dentro de unos parámetros adecuados.