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Por un #LenguajeClaro

Recuerdo, hace mucho tiempo, cuando me enfrenté por primera vez a los textos administrativos. Yo venía de participar como consultor de procesos en proyectos anteriores, pero hasta el momento había estudiado procesos del ámbito privado. En aquel entonces, arrancamos un proyecto de estudio, modelado y simplificación de procedimientos administrativos. Ha llovido mucho desde entonces. Estoy hablando del 2001/2002. La ley 30/1992 estaba en vigor, la administración electrónica todavía quedaba muy lejos, aunque Correos tenía ya un embrión de notificaciones electrónicas. Ahí me encontré con mis primeras lecturas de normativas, leyes, órdenes y resoluciones. Era paradójico. Estábamos hablando de simplificación de procedimientos y la redacción de la normativa que los regulaba era muy compleja. Desde luego no estaban escritas en un lenguaje claro y comprensible.
Simplicidad del lenguaje
Hay una característica fundamental de nuestra lengua y esa es la búsqueda de la simplicidad. Cuando hice mis estudios de postgrado, ya algo mayorcito, asistí a un taller de redacción para recopilar pautas a la hora de redactar nuestro trabajo de fin de máster. El ponente nos insistía mucho en esta idea. Nos daba como ejemplo que la mayoría de las palabras del español son llanas acabadas en vocal, en n o en s. La razón: simplemente por la comodidad de evitar las tildes. No me acuerdo del nombre del ponente, pero  esta frase se me grabó la en la memoria sólida de mi cabeza.
Lenguaje Administrativo
Todavía hoy sigo trabajando en este apasionante mundo de la administración pública y por supuesto sigo con la entretenida lectura de textos administrativos. Sobre todo pliegos de prescripciones de licitaciones públicas. Las redacciones más complicadas se encuentran en los pliegos de cláusulas administrativas. Es cierto que los pliegos de prescripciones técnicas hay que cogerlos a veces con pinzas, pero se entiende que estos vayan orientados a los profesionales que deben responder a la temática del pliego. Es razonable que yo no entienda nada de las prescripciones técnicas de un pliego para la construcción de un edificio. No me dedico a ello, pero las cláusulas administrativas deberían ser entendibles por cualquier profesional de cualquier ramo. Al fin y al cabo, preparar una respuesta a un pliego lleva un trabajo demasiado costoso, como para quedarse fuera por no haber entendido una de sus cláusulas. Creedme que es algo que sienta muy mal.
Ejemplo
Hay un párrafo concreto que me encuentro de forma habitual en pliegos de diferentes administraciones y que siempre me lleva a plantearme la misma pregunta. Para justificar la solvencia técnica en proyectos TIC se suele pedir lo siguiente:
Relación de los principales servicios realizados en los últimos 5 años que incluya importe, fechas y el destinatario, público o privado, de los mismos, acompañada de los documentos acreditativos correspondientes. Los servicios o trabajos efectuados se acreditarán mediante certificaciones de buena ejecución expedidos o visados por el órgano competente, cuando el destinatario sea una entidad del sector público; cuando el destinatario sea un sujeto privado, mediante un certificado expedido por este, a falta de este certificado, mediante una declaración del empresario.
Sinceramente, a fecha de hoy sigo sin tener claro cómo puedo justificar una referencia de un proyecto del sector público. ¿Puedo presentar una declaración responsable o solo puedo hacerlo mediante un certificado del cliente?
Este párrafo tiene una sucesión de oraciones subordinadas, que cuando llegas al final, aparte de quedarte sin aire, no sabes a qué se está haciendo referencia. Se podría hacer una redacción alternativa en la que se usen viñetas con las casuísticas de los destinatarios de los proyectos, por ejemplo. Por supuesto, lo que también necesita son unos cuantos puntos y seguidos. Ya lo dijo Umberto Eco sobre el uso abusivo de las subordinadas:
Mejor una cosa después de otra y no una cosa dentro de otra.
#Lenguajeclaro
Cuando te metes en el ciclo de leer y releer este tipo de “literatura”, empiezas a asumir que no te queda otra que resignarte a vivir con ello y que no puedes hacer nada al respecto. Sin embargo, hace algo más de un año descubrí que hay gente que se dedica a predicar y concienciar sobre la importancia de hacer una redacción sencilla y clara en los textos administrativos. En realidad, administrativos, judiciales y cualquier texto cuyo destinatario sea el ciudadano. En twitter se puede encontrar mucha información al respecto en #lenguajeclaro.
El mensaje que subyace en esta iniciativa es muy simple. Si la legislación general está destinada para el ciudadano, ¿Por qué no se escribe para que él lo entienda? Éste ha sido uno de los hilos fundamentales del XII Seminario Internacional de Lengua y Periodismo. Estaba centrado en el Lenguaje Claro, Reto de la Sociedad del Siglo XXI y se celebró el pasado 3 y 4 de mayo en San Millán de la Cogolla. Podéis encontrar más información aquí.
En el escrito de conclusiones del seminario, la primera de ellas es la siguiente:
La comunicación clara es aquella en la que el ciudadano puede encontrar fácilmente la información que necesita, comprenderla sin dificultad y tomar, con conocimiento, sus decisiones.
Creo que no se puede decir más claro.